jueves, 29 de abril de 2010

Nueva vida...

La vida nos va poniendo distintos caminos, distintos retos, en fin nos pone cosas las cuales algunas veces simplemente no entendemos. Yo ahora me encuentro trabajando como voluntaria en una casa hogar con niños que han sido maltratados, vivieron situación de calle o que simplemente viven de manera muy pobre. Desde que entré a la prepa quise ser voluntaria en alguna institución, todo menos con niños. Por alguna cuestión del destino elegí este proyecto, esta ciudad. Venía con una visión muy idealista acerca del proyecto, me emocionaba la idea de que a los niños se les diera la oportunidad de tener un desarrollo integral, pero al llegar ahí me dí cuenta de que a pesar de que si reciben es muy difícil que lo aprovechen, es difícil que se den cuenta lo que se les está brindando. Mi otra razón para escoger León se fue a la basura también, consideré en regresarme a mi casa. Digo, a fin de cuentas el proyecto no era lo que me esperaba y yo gran amante de los niños no era y la otra razón ya no estaba allí, pero es ahí cuando la vida te da un giro muy grande, me enamoré y no de un hombre de esos niños, que con la simple presencia, con el simple acompañamiento son felices. Si, el amor es más fuerte y heme aquí después de casi tres meses.
La soledad es lo que más me afectó de un principio y si es irónico que a pesar de que viven otras veintinueve personas en esa casa me siento sola, una soledad muy rara, quería compartir lo que estaba viviendo y no podía, pero a fin de cuentas esto se vuelve consolación aprendí a valorarme, quererme, disfrutarme. Hoy en día no me importa andar sola he ido al cine, conciertos, restaurantes, cafés y lo disfruto muchísimo. Definitivamente esto ha sido algo de lo más grande que he aprendido en mi vida como voluntaria.

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